Vacado pero vacunado. La vacuna china se ha convertido en la única esperanza de los más vulnerables, de ancianos y peruanos con graves enfermedades. Era miércoles 2 de setiembre del año pasado cuando la empresa China Sinopharm llegó al Perú en medio de pacientes que morían en las calles, hospitales y en sus propias viviendas, fue el lema, quédate en casa.
Era el primer laboratorio que llegaba a realizar ensayos clínicos con voluntarios en nuestro país. Ese fue el momento que aprovechó el expresidente vacado Martín Vizcarra para aplicarse la vacuna china convirtiéndose en el primer peruano en ser inmunizado mientras más de 40 mil peruanos morían.
La vacuna que le permitió caminar en grupos y sin mascarillas al Vizcarra, comer ceviches con la mano, tomar jugos en los mercados, abrazar a desconocidos en busca de votos. Esta sería la razón por la que nunca se contagió de COVID-19.
Los ensayos clínicos de la vacuna china Sinopharm comenzaron la primera semana de setiembre. La ministra de Salud, Pilar Mazzetti se encargó de recibir al primer equipo que trabajaría con 12 mil voluntarios peruanos.
El desarrollo de este ensayo aún estaba en fase 3 en agradecimiento por el acuerdo, el laboratorio chino donó cerca de 6 millones de dólares al Perú a cambio debía reservarnos 38 millones de vacunas, 5 meses después, solo nos han dado 300 mil dosis que alcanzará para 150 mil personas.