Julio Garay sufrió de anemia cuando tenía 6 años. Es por ello que ya convertido en adulto tuvo como objetivo ayudar a quienes padecían de este mal en su querido Ayacucho. Cuando se encontraba cursando el quinto ciclo de la carrera de ingeniería agroindustrial en la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga decidió iniciar su proyecto de tesis: Crear unas galletas de rico sabor que ayudarán a los niños a superar la anemia.
Pero el camino no fue nada fácil, poder llegar a la fórmula correcta le tomó más de 300 intentos. “Hice las formulaciones estando en el noveno ciclo, hice muchas mezclas y pasé muchas dificultades. El insumo principal es la sangrecita, y se me ranceaba, o la galleta salía muy blanda o muy dura”, cuenta Julio Garay.
A pesar de las adversidades, Julio no se dio por vencido. Señala que siempre tuvo el apoyo de toda su familia y que nunca perdió el foco de su esfuerzo: la niñez vulnerable. “Mi idea era poder ayudar a los niños. Siempre quise ayudar y también retribuir al Estado. Los cinco años de mi vida universitaria fui apoyado por el Estado peruano a través del programa Beca 18. Mi decisión era poder alcanzar el producto: una galleta que fuera crocante y apetitosa para los niños”, revela.
Luego de encontrar la fórmula correcta, Julio decidió poner a prueba su producto y llevó a cabo pruebas piloto en zonas necesitadas de Ayacucho. Los resultados fueron realmente sorprendentes. “Empezamos en el asentamiento humano de Mollepata, Ayacucho. Trabajamos con 20 niños anémicos. Se les dio un paquetito diario de mis galletas durante 30 días. Previamente los desparasitamos. Luego de los 30 días, más del 80% lograron subir su hemoglobina. Fue muy satisfactorio para mí, tanto sacrificio finalmente dio sus frutos. Quise hacer más pilotos y me fui al centro poblado de Aspachalca, Ayacucho. Allí probamos con 35 niños con anemia, los resultados fueron aún mejores: un 90% de los niños lograron subir su hemoglobina”, cuenta Julio.
A pesar de que su revolucionario producto ya se vende en distintos puntos de Ayacucho y Lima, aún no logra obtener el apoyo del Gobierno de Martín Vizcarra, quien de hecho, conversó personalmente con Julio en dos oportunidades. “Llegué a conversar con el presidente y le dimos una cajita, él ya sabe que el producto está a disposición para que se pueda incorporar a Qali Warma. Me dijo que tenía que contactarme con la ministra de Cultura y la de Salud. Me dijeron que nos iban a llamar y bueno, seguimos a la espera. Esa promesa ocurrió hace dos meses ya”, afirma Julio, quien recuerda con cariño su etapa como niño patrocinado de la ONG World Vision.
“Fui apoyado por World Vision desde los tres hasta los 10 años de edad. Me enseñaron a pintar, a dibujar, a hacer manualidades y también me enseñaron valores. Esos años ayudaron a convertirme en la persona que soy hoy en día”, rememora el emprendedor.
Julio remarca que además de poder ingresar al programa Qali Warma con su producto, otro de sus sueños es poder vender sus galletas en todo el territorio nacional. “Mi objetivo es que pueda llegar a los demás departamentos. En los próximos días iremos a la provincia de Chanchamayo y luego a Puno. Estamos siendo apoyados por los gobiernos regionales”, concluye.