Según un estudio de Apoyo Consultoría, el 56% de las bebidas alcohólicas informales que se consumen en el país han sido alteradas en su composición, lo que representa un grave riesgo para la salud pública. El Gremio de Importadores y Comerciantes de vinos, licores y otras bebidas de la Cámara de Comercio de Lima (CCL) pide una mayor regulación y fiscalización para combatir el comercio ilegal de licores y sensibilizar a la población sobre sus consecuencias.
El consumo de alcohol informal en el Perú ha crecido considerablemente en los últimos años, afectando no solo a la industria formal por la competencia desleal, sino también a los consumidores por los peligros que implica ingerir bebidas alcohólicas adulteradas. De acuerdo con un reciente estudio de Apoyo Consultoría, del total de alcohol informal que se consume en el país (que equivale al 26%) el 56% es adulterado, es decir, ha sido modificado en su composición con sustancias que pueden ser nocivas para la salud.
Ante esta situación, el Gremio de Importadores y Comerciantes de vinos, licores y otras bebidas de la CCL exige una mayor regulación y control por parte de las autoridades competentes para frenar el comercio ilegal de licores, que opera al margen de la ley y sin ningún tipo de garantía sanitaria. Asimismo, solicita que se trabaje de manera articulada con el sector privado y la sociedad civil para educar y concientizar a la población sobre los riesgos que conlleva el consumo de alcohol informal.
“Esta es, sin duda, un problema de salud pública, por tanto, es prioritario que tanto sector público como privado tengan un solo enfoque y trabajen de manera articulada en la lucha contra el comercio ilegal de bebidas alcohólicas y también en la sensibilización de la población sobre los riesgos que este conlleva. El objetivo es que todos, autoridades, instituciones, empresas y la sociedad civil, podamos remar juntos en pro de un país más seguro y saludable”, señala Rodrigo Díaz, presidente de dicho gremio.
El aumento del comercio informal de licores se debe, en gran medida, a la precariedad económica que ha llevado a muchas personas a involucrarse en esta actividad ilegal como una fuente de ingresos. Esto se refleja en los alcoholes artesanales que se producen y distribuyen sin ningún tipo de control ni registro.
Díaz considera que, al fortalecer la regulación, se puede también fomentar la educación y promover oportunidades formales, a fin de construir un futuro en el que todos los peruanos disfruten de productos seguros, de un entorno con menor inseguridad ciudadana y una economía sólida con una adecuada infraestructura de servicios públicos.