“Salgan a marchar, pero quédense con nosotros, porque estas personas no respetan a nadie. Nosotros somos más, cuídate”, escribe un amigo de la Policía Nacional, mientras conversamos y le solicito consejos por la violenta movilización del pasado jueves. Armados solo con cascos, escudos antidisturbios y sus macanas, más de diez mil efectivos se posicionaron frente a una horda de violentistas delincuentes para defender el Estado de Derecho, el orden constitucional y el esfuerzo para el progreso de nuestras familias. Lo único que los separa y protege de los violentistas es el escudo y su responsabilidad con el Perú.
Una minoría sangrienta y violenta nos quiere imponer su dictadura financiada por las economías ilegales. Saben muy bien que la violencia engendra más violencia. Por ello están buscando provocar al Gobierno, medidas de fuerza mayor, la militarización de gran parte del sur y Lima para, de esa manera, justificar más caos y mantener al país una peligrosa incertidumbre.
La equivocada #TomadeLima resultó un completo fracaso. Gozaron de estadía prácticamente gratis, alimentos; demasiada permisividad de la PNP con ellos horas previas a su movilización, y no pudieron mostrar una contundente fuerza como masa en protesta. Sólo demostraron su desesperación por generar el caos en Lima como hicieron en el sur. No lo lograron.
A las nueve de la noche del jueves, el Centro de Lima y sus distritos aledaños tenían ya sus calles vacías. A las seis de la mañana del siguiente día, el escenario del enfrentamiento había sido limpiado y despejado. ¿Por qué dar el gusto a terroristas que azuzan violencia en las marchas, con una respuesta de fuerza del gobierno? ¿Vale la pena que demos herramientas para justificar sus desmanes, para justificar las falacias de los políticos de izquierda? No, por ahora. El uso de las Fuerzas Armadas es una herramienta que se debe usar con mucha inteligencia, ya que una vez desplegado no hay marcha atrás.
El Gobierno está fallando en un aspecto muy importante: la comunicación. No se han planteado la estrategia de dar voz a las personas que representan el grupo fuerte de trabajo en el país, no sólo en Lima, hablamos de un país que no está de acuerdo con esta forma de realizar una movilización, que ya ha sufrido el destrozo de sus negocios y su capital. Una población que está dando el total respaldo a las Fuerzas Armadas y la PNP. Sin embargo, se necesita ver un mayor respaldo institucional de parte del Gobierno para que nuestras fuerzas del orden capturen el orden interno en todo el sur y Lima. Dina Boluarte puede hacerlo, y ningún constitucionalista que se respete podrá decir que la presidenta ha salido del marco de la ley. Durante este gobierno de Boluarte se ha actuado respetando la Constitución.
Esta es una guerra de narrativas, un enfrentamiento de discursos que pueden cambiar el escenario de forma lenta pero segura. Los izquierdistas lo saben bien y lo han usado a favor y mucho más en esta coyuntura. ¿Cuál es el reto del Gobierno? Apagar una protesta radical, destruir una falsa narrativa y defender y posicionar, nuevamente, al país en el cauce de la democracia. Presidenta, a los violentistas no les interesa que cierre el Congreso. Ellos buscan una nueva constitución, esa es la meta.